martes, 28 de agosto de 2007

DE VUELTA A CASA

Además, es para todo el mundo. Mi enano vuelve a su casa el jueves. Ya se acabaron sus vacaciones, la feria pasó, también la playa, acostarse tarde, la piscina, la nevera llena, la sandía, los helados, el ventilador, los balones de fútbol, despertarse a las mil.
Se acabó la crema después de la ducha, cabrearse con mi hermana, tener un sin fin de preguntas, conocer gente, estar harto de dar besos. Ya no hará sonreír a mis abuelos, no despertará a mi madre de la siesta ni al resto de la casa por la noche porque no es capaz de dormir. Ya no se encerrará en la ducha, ni se enfadará porque no le gustan los fideos. No me dirá que quiere ver a Gloria que ya se va y no vuelve hasta el año que viene, no me vaciará media piscina ni le estirará las orejas a Kira.


Ya no se pondrá delante de la tele porque no le dejamos ver tres horas de dibujos animados, y ponemos las noticias, no discutirá con Marta y eso que tiene una paciencia infinita ni le dirá a Ana que Toledo es una ciudad muy vieja y no le gusta. Adiós a los bocatas de “jamón de aceitunas” y adiós a mis masajes favoritos. Ya no hay más “y tu de qué vas” ni…..

Se acabaron las vacaciones y ahora que lo pienso o más bien lo escribo pues se planta un nudo en el estómago y entran ganas de llorar.

Para mi pues costará un poco, pero a él….

Me quedo con las enormes ganas que tiene de ver a su familia, de llevarles cositas y regalos, ropa, alubias, un mortero y una batidora (que no sé donde van a enchufar)
Me quedo con las ganas que tiene de ser libre, de comer de nuevo con las manos, de poder jugar donde y como quiera, de hablar y poder y saber decir todo lo que piensa. Me quedo con esperar que vuelva el próximo verano a mi casa. Me quedo con pensar que a pesar de todo ha merecido la pena.

Me he dado cuenta cuál es la diferencia entre los que teniendo poco son felices y los que teniendo mucho no saben disfrutar: La esperanza.
Dicen que quien espera desespera, pero en el fondo es más bonito poder esperar algo que no esperar nunca nada ni a nadie.
Él esperará que llegue el mes 7 del verano que viene, que yo vaya a verlo el próximo invierno, que le lleve un paquete de pipas, un pantalón de rapero y sin que nadie nos vea le de dos euros para comprar gominotas en el desierto. Yo le esperaré a él, esperaré que venga más tranquilo, que esté bien, que las cosas no empeoren, que lleguen a una solución y dejen ese desierto para siempre. Esperaré el próximo mes de julio.…..
Eso sí me quedan dos días y espero saber aprovecharlos .

Por cierto, ya se acavaron las vacaciones.

2 comentarios:

visiones encontradas dijo...

Me gusta eso de Gominolas en el desierto. Podría ser un título para un corto...

rakel dijo...

ola!
entiendo perfectamente cómo te sientes, yo ya lo vivi hace tiempo.
los niños son un regalo, aunque solo te los presten, y siempre es duro despedirse.
un beso fuerte!