jueves, 2 de agosto de 2007

Carpe Diem


LLevo unos días sin escribir porque un imprevisto, de esos desagradables, me ha obligado a viajar a Madrid.


El Lunes, a las tres de la tarde mi amiga Marijose me contaba como estaba su madre en el hospital. Mal.


Padecía Esclerosis Lateral Amiotrófica desde hacía 5 años.


He de decir que durante este tiempo hablé demasiado poco con ella del tema porque su caracter reservado la impedía hablar con la gente de la enfermedad de su madre, prefería reservarlo para su ámbito familiar y disfrutar con nosotros de la fiesta, la alegría, la diversión. Durante este tiempo fueron dos o tres los ratitos de desahogo.


A pesar de esto a nadie se nos escapa la gravedad de su dolencia, la naturaleza degenerativa y todo lo que implicaba, siendo tan tan joven.


El desenlace, slavo descubrimiento científico inmediato, era previsible, Mari me contaba que a pesar de todo no había perdido la esperanza.


El fin de semana tuvieron que intervenirla para facilitarla la alimentación a través de un tubo, pero la sedación afectó a su debil capacidad respiratoria.


La solución, después de esto era realizar una traqueotomía y recibir ventilación mecánica de por vida. Pero ella no quiso seguir viviendo así. Valoró que el tiempo que había durado la enfermedad más o menos había conservado cierta autonomía, había podido de una forma u otra y con ayuda, seguir luchando porque creía que merecía la pena, seguir disfrutando de pequeñas cosas entre ellas de la atención recibida de su marido y sus hijas que se volcaron desde el primer momento.

Pero así no.


Se despidió, según su hija estaba en paz, y se marchó para siempre.


Ella decidió que así fuera. En todo momento mantuvo su conciencia, todos sus sentidos despiertos y sentía todo lo que estaba pasando, por eso DECIDIÓ.


Espero que su familia siga siendo fuerte y poco a poco superen su pérdida, pero este post sólo tiene un sentido:

Reivindicar el derecho que cada uno tiene sobre su propia vida. El derecho que cada uno tiene de moorir dignamente, y en Paz.


Los minutos se acaban y hay que disfrutarlos siempre, pero cada uno tiene que poder decidir si quiere o no seguir viviendo cuando siente que en ciertas condiciones a la vida no se le puede llamar vida.

En su misma situación hay quienes quieren seguir, y es tan respetable esa opción como la de quienes deciden poner fin.


Tenemos que creernos mucho más eso del CARPE DIEM, eso de sacarle el juguo a cada instante y saborear la felicidad de esos pequeños momentos que hacen que la vida valga la pena.

También pensaba en esto cuando subía el Paseo de Extremadura y me invadió la nostalgia de los años vividos, pero eso merece otro post.


Un abrazo muy fuerte a todos los que atraveséis por una situación dificil.

Todos los abrazos a mi amiga.

Sabes que te quiero un montón.

1 comentario:

Carlos dijo...

Vaya! Lo siento.