espíritu olímpico.....

....pero para todo. Eso es lo que deberíamos tener en general.

Espíritu olímpico para erradicar el hambre en el mundo, para democratizar el planeta, para conseguir la igualdad de mujeres y hombres en todo el mundo, para luchar contra el cambio climático, para salvaguardar los derechos de la infancia, para conseguir cumplir los Objetivos del Milenio.....

Tengo que admitir que salvo las noticias que llegan a través de periódicos no estoy muy empapada de lo que ocurre en China.

Vi en las noticias la gala de inauguración, esa que empezó a las 8 el día 8 del 8 del 2008...(puci te dejo que termines la frase, jejeje) y me dije a mi misma: BOICOT A LAS CHINOOLIMPIADAS.

Me parece de vergüenza el derroche de todo en medio de un país donde mucha gente (y hablamos de muchos millones de personas) vive en condiciones pésimas, donde los derechos humanos son algo a esconder, donde no se puede hablar ni opinar de política, donde las torturas están amparadas por ley, donde a las niñas se las tiene en orfanatos en circunstancias que claman al cielo.....y un largo etc.

No me ha gustado nada todo lo que se ha dicho desde distintos organismos e instituciones. Prohibir a un civil (si fuesen militares habría que matizar) hacer uso de su libertad de expresión me parece a todas luces contraproducente. Vale que no vayan a saltar al campo o terreno de juego o piscina o pista de atletismo o lo que sea con pancartas pidiendo libertad para el Tibet, pero fuera de los recintos deportivos ¿porqué no?

No estoy yo por la labor de participar en esta desmesura. Hablamos de crisis económica mundial, de la cada vez mayor cantidad de personas que viven bajo el umbral de la pobreza, la situación de falta de libertad que viven muchos pueblos debido a los regímenes autoritarios ,y ahora no sólo no hemos hecho nada por que el gobierno chino cambie su posición y cumpla con la Carta Universal de los Derechos Humanos, sino que también recomendamos a las y los deportistas españolas y españoles que de política no se hable.

Una vez alguien me recomendó agachar las orejas frente a una situación injusta, me recomendó callarme y mirar por mi propio interés que lo tenía resuelto y me sentí humillada al comprobar que es demasiado frecuente que la gente tolere y soporte cosas que merecen lo contrario. En esa ocasión alcé la voz y no me arrepiento; en esta ocasión apago la tele; no servirá para nada entre tanto dispendio, pero me niego a participar de esto.